Arte Liberata. 1937 - 1947. Capolavori Salvati dalla Guerra. Roma, Scuderie del Quirinale.
En una época en la que tan de moda está lo de “Salir de la zona de Confort”, el arte y su universo nos dan una nueva lección. En este caso hablamos de la exposición que se celebra en Le Scuderie del Quirinale de Roma hasta el día 10 de abril, titulada Arte Liberata, 1937 – 1947. Capolavori salvati dalla guerra.
La exposición comisariada por Luigi Galio y Raffaella Marselli en colaboración con la Galleria Nazionale delle Marche, l’Istituto Centrale per il Catalogo e la Documentazione y l’Archivio Luce Cinecittà pone a disposición del gran público una selección de Obras de los Capolavori italiani salvados durante la Segunda Guerra Mundial, además de un rico aparato documental, fotográfico y audiovisual contemporáneo a los sucesos que se exponen.
Según la organización, la exposición se presenta como un omaggio doverosso alle donne e agli uomini che, nella dramatica contingenza bellica, hanno interpretato la propria professione all’insegna di un interesse comune, conscienti dell’universalità del patrimonio da salvare.
En Arte Liberata se cumple el proverbio de que la realidad supera la ficción, por la ingente cantidad de Maestros Antiguos salvados por profesionales del mundo del Arte que trabajaron sin cesar para proteger miles de Bienes Patrimoniales italianos en riesgo de ser bombardeados, destruidos de forma deliberada por las tropas alemanas y expoliados por parte de Adolf Hitler, Herman Göring y secuaces.
Es un homenaje a la Resistenza dell’Arte, combatida desde el conocimiento, la preparación, el estudio, la pasión intelectual y la tenacidad en el momento de preparar todo el material de protección y traslado de las obras, así como la fuerza física y moral para resistir los embates de la tensión sufrida.
Fueron aquellos resistentes quiénes salvaron de las llamas, el expolio y la exportación forzada, joyas como La Tempestad de Giorgione (actualmente en la Galleria dell’Accademia di Venezia), los Caravaggio de la Iglesia de san Luís de los Franceses de Roma o el Cristo muerto de Mantegna (en la actualidad en la Brera de Milano).
Arte Liberata, 1937 – 1947. Capolavori salvati dalla guerra, es el testimonio del periplo vivido por aquellas personas que arriesgaron sus carreras y sus vidas en pro del salvamento del patrimonio artístico italiano: un eroismo anomalo, un antieroismo per la assoluta normalità delle esistenze di quei protagonisti, del loro stile di vita, del loro lavoro, persino quando devono adottare decisioni coraggiose e assai rischiose.
Como si de una realidad distópica se tratase, ya en la primera sala, el espectador se encuentra con un testimonio fotográfico de gran impacto: Adolf Hitler contemplando el Discobolo Lancelloti. Con esta sustracción, Hitler emuló los actos de Napoleón en 1798 cuando éste expolió dicha obra mediante el Tratado del Tolentino.
El sacrilegio continua con la imagen del dictador junto a Göring y el cervatillo en bronce de Herculano, sustraído del museo arqueológico de Nápoles, expoliado y colocado en los jardines de su villa llamada Carinhall, a unos cincuenta quilómetros de Berlín, rebajándolo a un simple ornamento.
La profanación se repitió con ejemplos como la Dánae de Tiziano (conservada en el Museo Nazionale di Capodimonte di Napoli) que, en 1944 se encontraba en el dormitorio del mismo Göring, además de muchos otros ejemplos procedentes del mismo Capodimonte, Herculano, Pompeya o Spoleto, seleccionadas para enriquecer la colección personal del mariscal de Hitler.
La megalomanía de Göring contó con el apoyo del anticuario florentino Eugenio Ventura, con el que intercambió obras de Renoir, Manet, Van Gogh o Cezanne entre otros maestros impresionistas, robados al Comando Reichsleiter Rosenberg de la Francia ocupada, por dieciséis obras italianas de gran valor artístico, histórico y económico como, por ejemplo, dos baúles pintados por el maestro del Quattrocento, Giovanni di Ser Giovanni, llamado Lo Scheggia (como el que se conserva en la Galleria dell’Accademia di Firenze).
Historiadores del Arte, Conservadores y Restauradores trabajaron al unísono para evitar que el macro proyecto del Führermuseum en Linz se viera enriquecido con el Patrimonio italiano. La obsesión por esta obra que debió inaugurarse en 1950, acompañó a Hitler hasta los últimos días de su vida, manifestando en su testamento privado fechado el 29 de abril de 1945, que lo donaba al pueblo alemán.
Profesionales como Giulio Carlo Argan, Pasquale Rotondi, Bruno Molajoli, Emilio Lavagnino, Palma Bucarello, Fernanda Wittgens o Aldo Rinaldis, son solo algunos de los nombres de los muchos personajes que tuvieron un papel decisivo en toda esta contienda de salvamento del patrimonio.
Las crónicas dan muestra de la sorpresa que supuso para la sociedad del momento el ambiente de gran cordialidad y voluntad de colaboración manifiesta cuando Argan (alcalde de Roma por el Partido Comunista Italiano) asistió, el mes de noviembre de 1943, en visita oficial al Vaticano para reunirse con el futuro cardenal Montini. Sólo hasta el mes de julio de 1944 llegaron al Vaticano, para su conservación y protección, 900 cajas repletas de obras de Arte. Procedentes en su mayoría de Roma, aunque también del resto de Italia: desde Santa Maria del Popolo, San Luigi dei Francesi, la colección Aldobrandini y Chigi en Roma, hasta la Academia de Brera en Milán y la Galería de la Academia de Venecia.
Fue Pasquale Rotondi, discípulo de Adolfo Venturi y Pietro Toesca, y soprintendente de la Galería de las Marcas, quién hizo el seguimiento y salvó aproximadamente diez mil obras de arte, y como queda reflejado en su diario el 18 de septiembre de 1939, mi sono incontrato con Argan al Ministero. Egli mi ha comunicato che la Direzione Generale ha in animo di costituire in Urbino […] un grande ricovero di opere d’arte colà raggruppate da ogni parte del territorio nazionale.
Rotondi desarrolló estrategias de gran picardía e inteligencia. Una de las más cómicas sucedió en su finca de la Tortorina, donde custodiaba en su dormitorio piezas llegadas desde la Galleria dell’Accademia de Venezia como La Tempestad de Giorgione o el San Jorge de Mantegna. Sabiendo que I tedeschi estaban a las puertas de su casa para examinar qué obras habían llegado para llevárselas hacia Alemania, Rotondi contó con la complicidad de su esposa. Ella poniendo en riesgo su vida, se encerró en su habitación fingiendo estar enferma y así evitar la entrada de las tropas de inspección y control a la cámara donde habían depositado los ejemplares de mayor valor.
Siguiendo la estela de Rotondi, Bruno Molajoli, en Campania, gestionó el salvamento de más de 5900 obras, entre las que se encontraban el Éxtasis de santa Cecilia de Cavallino o la figura de Hermes descansando, procedente de Pompeya.
Su testimonio es claro Pur di sottrarre al sempre maggior pericolo quante più opere d’arte[—]; per fare un solo esempio, come dovemmo trasportare a Liveri, su una camionetta, le dieci grandi tele di Mattia Preti, tolte dal soffitto della Chiesa di S. Pietro a Majella e allora appena restaurate: l’eccezionale altezza del carico verticale, mentre provocava continui sbandamenti e la minaccia di veder rovesciarsi il troppo esile automezzo col suo prezioso carico, oltre tutto trovaba ostacolo nei rami degli alberi che si protendevano sulla strada, tanto da costringerci a lunghe soste per scansarli e, talvolta, per reciderli, al fine di liberare il passaggio [—].
La exposición continua con Emilio Lavagnino, colaborador de Rotondi en la organización del transporte de las obras hacia la Ciudad del Vaticano. En su labor realizó más de dieciocho viajes de ida y vuelta de Roma, buscando carburante en el mercado negro para poder alimentar la camioneta con la que hacía sus expediciones de Salvamento. Durante su percorso por recuperar las obras dispersas por museos e iglesias de todo el Lazio, dejó claras instrucciones a los párrocos y personal de la administración de cómo salvar las obras de los distintos edificios en riesgo de hundimiento o de expolio.
Lavagnino trabajó con Palma Bucarelli, inspectora de la Galería Borghese que, con tan solo veintitrés años, fue la impulsora de la Galleria Nazionale d’Arte Moderna. Siguiendo los convoyes de Lavagnino que partían hacia Roma, Bucarelli conducía de noche una camioneta Fiat Topolino a Caprarola para recuperar las obras de la Galleria d’Arte Moderna depositadas en el Palazzo Farnese. Gracias a su determinación, se salvaron entre muchas otras obras, las pinturas de la Niña que ríe o el Retrato de Henri Rouart de Medardo Rosso (hoy en día en la Galleria d’Arte Moderna di Milano).
En sus diarios, dejó el siguiente testimonio: Già come “amici” prima e poi come “alleati”, i tedeschi non erano riusciti a nascondere la loro cupidiglia, e sotto la protezione dell’immunità diplomática, all’insaputa dei nostri uffici di Esportazione o per mezzo di dispotici interventi che annullavano i divieti, già molte opere d’arte erano andate, durante gli ultimi anni, a costituire il Museo di Linz, patria di Hitler, e ad arricchire la galleria privata di Göring.
La fuerza de Bucarelli se reflejó, también, en Jole Bovi Marconi, arqueóloga, directora del Museo Nazionale di Palermo y Sobreintendente de Palermo y Trapani. Con un gran sentido de estado, consiguió transportar el día 3 de abril de 1943, desde el Museo Nazionale hacia la Abadía de San Martino delle Scale, las metopas de Selinunte, los mosaicos romanos de Palermo y los frisos con los canalones figurados con las cabezas de león procedentes del templo de la Victoria de Himera. Tan solo dos días después, un bombardeo de los aliados dañaba una parte del museo, pero aún así Marconi permaneció en su puesto evitando el saqueo de las obras, la pérdida total de estas y se encargó de gestionar su traslado para que fuesen intervenidas y puestas a salvo.
Entre 1939 y 1943, siempre en colaboración con The Monuments Men, organizó el transporte desde Palermo de 220 cajas que contenían numerosos Bienes y 135 jaulas con pinturas.
Lombardía no presentaba una situación mejor. En la ciudad de Milán Fernanda Wittgens coordinaba los cargamentos que partían con las obras de la Pinacoteca di Brera hacia Italia central. En 1944 fue arrestada por su relación con el mundo cultural hebreo. Gracias a su perseverancia se pusieron a buen recaudo el Cristo muerto, la Madonna de los Querubines y el políptico de san Lucas de Mantegna, los esponsales de la Virgen de Raffaello , Jesús atado a la columna de Bramante (en la Brera di Milano), o la cena en casa Emmaús de Caravaggio entre muchas otras.
En Génova y toda la Liguria Antonio Morassi y Orlando Grosso, llegaron a salvar 1071 cajas repletas de tesoros en un total de 295 viajes.
Para el patrimonio bibliográfico, la operación fue coordinada por Luigi de Gregori, quien salvó cerca de medio millón de volúmenes. Entre los bienes expoliados, se contaban aproximadamente unos veinte mil volúmenes que eran propiedad de la comunidad hebrea y del Collegio rabbinico di Roma, quienes vieron desaparecer su patrimonio entre los meses de octubre y diciembre de 1943, mientras se llevaban a cabo las deportaciones a los campos de exterminio.
De las cajas que fueron expoliadas de los depósitos de Roma se perdió el rastro, pero como bien aparece en uno de los paneles de la exposición, la Comunità ebraica romana non ha mai perso la speranza di rintracciarle, mantenendo continui contatti con le Comunità ebraiche europee, inclusa l’area dell’ex Unione Sovietica, quindi anche la stessa Ucrania e la Federazione Russa.
Como una rara avis en todo este proceso terrible para Europa y la mitad del mundo Occidental, apareció Aldo Rinaldis, sopreintendente de las Galerías de Arte Medieval y Moderno del Lazio, quien en 1943 consiguió entrar en contacto con el coronel alemán y agente secreto Eugen Dollmann (interprete y traductor entre Hitler y Mussolini), considerado un punto de enlace entre los ocupantes nazis, los jerarcas fascistas y la Nobleza Negra Capitolina. A escondidas de las tropas nazis, organizó un transporte nocturno de veinte cajas desde la Galería Borghese hasta la Rocca di Carpegna, poniendo a disposición vehículos y medios alemanes.
La exposición concluye con el apartado de la restitución del patrimonio, el papel de The Monuments Men, con los más de cinco millones de piezas robadas por los nazis y la muestra del Collecting Point de Munich.
Como punto final cabe añadir que Arte Liberata, 1937 – 1947. Capolavori salvati dalla guerra, supone un reto expositivo sin duda alguna, en el que desarrolla un discurso de gran intensidad en un espacio excepcional mediante un proyecto expositivo de gran sencillez y efectividad hacia el espectador.
¿De qué mejor manera se puede captar la esencia del salvamento del patrimonio si no es con la colocación de los paneles explicativos y de sujeción de las piezas sobre estructuras que reproducen las cajas de madera, la señalética propia del embalaje, así como la cinta adhesiva, y las carcasas de las armaduras de protección de las piezas para su transporte en circunstancias más que inestables?